Entrevista con Artista Rich Arnauda
- Claudia Sangines
- 23 jun
- 4 Min. de lectura
En esta entrevista exploramos el trabajo de Rich Arnauda, un artista mexicano que ha llevado el arte público y el mosaico a nuevos niveles. Su enfoque de "destruir para construir" redefine la manera en que concebimos el arte en el espacio urbano y su relación con la historia y la comunidad.
Orígenes y Trayectoria
Rich, cuéntanos sobre tu formación y cómo llegaste al arte público y al mosaico.
Mi papá era músico; mi abuela y mi tía paterna pintaban como pasatiempo, así que crecí en un ambiente donde el arte era bien recibido. Desde muy niño tuve talento para dibujar; mis papás se dieron cuenta y me inscribieron en una escuela de Iniciación Artística del INBA. Con el paso de los años, estudié Diseño, pintura, acuarela, dibujo anatómico, esgrafiado, mosaiquismo y otras técnicas con destacados maestros. Viví en Barcelona, donde conocí el trabajo del maestro Gaudí, el cual me encantó, ya que lo vinculé inmediatamente con el mosaiquismo de las culturas mesoamericanas, pero con colores intensos. Su resistencia a la intemperie me llevó a utilizar esta técnica en obras públicas como murales, esculturas, relieves, entre otros.
¿Recuerdas alguna obra o momento que haya marcado el inicio de tu carrera en este ámbito?
Sí, al vivir dos años en Barcelona, pude conocer en profundidad la obra del maestro Antonio Gaudí, desde farolas, bancas y fachadas, hasta obras maestras como la Catedral de la Sagrada Familia, el Parque Güell y otros lugares maravillosos como la Casa Batlló y la Casa Milà. Al ver estas obras a la intemperie, resistiendo diariamente el sol, el paso de la gente que se sentaba, se paraba o las tocaba, me di cuenta de la durabilidad de esta técnica.
Creo que el arte debe estar al alcance de las personas; es la mejor forma en que cumple su propósito: transmitir su mensaje. Cuando el arte está en las calles, tocando de manera permanente y gratuita a la sociedad, es algo maravilloso.

Concepto de "Destruir para Construir"
Tu arte se basa en la idea de destruir para construir. ¿Cómo interpretas este concepto en tu proceso creativo?
Bueno, hay una frase muy bonita de Hermann Hesse que dice: “Para nacer, hay que destruir un mundo”, y se refiere a que, para ser libres, debemos romper tabús, prejuicios y todo aquello que nos enseñaron, usando nuestro propio criterio.
Pero en este caso específico, el de la creación o de la creatividad, yo no creo en destruir; creo en transformar, en unir. Me gusta cuando las piezas están rotas y uno puede unirlas para dar forma a una obra mayor. Las pequeñas piezas rotas pueden ser basura, pero al unirlas, combinar los colores, crear formas y construir una obra mayor, adquieren una importancia vital. No es la individualidad lo que cuenta, sino la colectividad.
Por eso también he fomentado muchísimo la participación colectiva en mis obras. Permito que la gente participe: niños, amas de casa, personas de la tercera edad, con o sin conocimientos previos de arte. Hemos creado un método muy sencillo que facilita la participación, permitiendo que pasen de ser observadores a ser creadores.
Esto les da una dimensión diferente de lo que es el arte: empiezan a cuidarlo y a valorarlo.
Por eso, más que en destruir, yo creo en unir y construir.
¿Crees que esta idea puede aplicarse más allá del arte, en la sociedad o la historia del arte mismo?
Sí, precisamente es de lo que hablo. Al hacer que la comunidad participe, no solo en la creación, sino desde antes, logro una conexión más profunda. Cuando realizo un mural o una obra en algún lugar, primero investigo y me documento sobre la región: sus valores, su cultura, quiénes son ellos. Trato de que la obra contenga, de alguna forma, parte de todo esto. Desde ese momento ya los hago partícipes, pues converso con ellos: a veces con los ancianos, a veces con maestros, a veces con autoridades que me brindan información que puedo utilizar para crear la obra.
Después, invito a la participación colectiva, donde la comunidad cambia su forma de ver el arte, porque ellos mismos se convierten en creadores. Cuando la obra está terminada, les pertenece, convirtiéndolos en sus protectores y promotores.
Así se crea una conexión muy fuerte con la sociedad. Y si además esta obra se convierte en un ícono o en un símbolo de lo que ellos son, imagínate todo lo que se puede lograr a través del arte público.
El Mosaico como Lenguaje Artístico
¿Qué te atrajo del mosaico como medio de expresión?
Varias cosas, principalmente el color y la resistencia, su durabilidad al estar expuesto a la intemperie. También el vínculo visual que puede establecerse con toda la cultura mesoamericana, de la cual soy un gran admirador: las máscaras de jade, los escudos, las empuñaduras de cuchillos, los pectorales, los tocados, e incluso la ropa hecha con mosaicos de conchas, huesos y piedras semipreciosas.
Ese vínculo me gustó mucho porque sentí que podía crear obras que, por la textura o la sensación que daba esta técnica, podrían conectar con nuestras culturas prehispánicas.
Sin embargo, lo que más me ha gustado es la colectividad: es una técnica que permite la participación de prácticamente cualquier persona, cambiando así el paradigma de lo que es crear arte.
¿Cómo fusionas el mosaico con la estética prehispánica y la gráfica
contemporánea?
La conexión se da desde la textura. Aquí en Mesoamérica se practicaba mucho el mosaiquismo, con un estilo muy característico. Además, mi temática favorita es, sobre todo, el legado de nuestras culturas.
Respecto a la gráfica, a mí me gusta que la gente entienda de qué estoy hablando; no me gusta complicar ni intelectualizar demasiado mi arte. Al contrario, disfruto cuando un niño ve mis obras, las reconoce y las disfruta.
Al utilizar trazos simples, similares a los de los códices prehispánicos —aunque estilizados a lo largo de los años en la búsqueda de un estilo personal—, procuro lograr una gráfica muy geométrica, que tenga conexión tanto con lo prehispánico como con lo moderno: el cubismo, el geometrismo y otras tendencias artísticas contemporáneas.
Esta búsqueda también tiene como fin representarme a mí mismo, no solo como artista, sino como persona. Creo que ahí es donde realmente se da la fusión.
¿Qué influencia tienen las culturas antiguas en tu obra?
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La entrevista completa sera publicada en la revista electrónica de Alasart próximo septiembre.

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